Interpretar y divulgar la Naturaleza

Jaime Rodríguez Estival

Educación e interpretación

La interpretación de la Naturaleza y la divulgación científica, dos formas extraordinarias de descubrir nuestro medio ambiente

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Transmitir y comunicar a la gente lo que conocemos de nuestro patrimonio natural, gracias a los descubrimientos y avances de la Ciencia, es fundamental para incentivar el amor y el respeto por la Naturaleza, y con ello, la concienciación y sensibilización de la sociedad hacia una toma de decisiones en favor de su conservación. Generalmente, cuando hablamos de concienciar y sensibilizar sobre el cuidado del medio ambiente, a todos nos viene a la mente la Educación Ambiental, un proceso educativo consistente en facilitar la comprensión y valoración de nuestro entorno, de las relaciones entre el ser humano, su cultura y los procesos naturales, y de los impactos ambientales derivados de las mismas, con el fin de alentar valores, capacidades, actitudes, aptitudes y comportamientos compatibles con un desarrollo sostenible. Sin embargo, si hablamos de transmitir, comunicar, difundir o divulgar, en realidad hacemos referencia específica a dos herramientas clave de la Educación Ambiental: la interpretación de la Naturaleza y la divulgación científica.

Como naturalistas y científicos, ambas disciplinas constituyen piedras angulares de nuestra pasión, afición y profesión, por lo que queremos dedicar un artículo en Divulgazeral a explicar en qué consisten las artes de interpretar y divulgar la Naturaleza como formas extraordinarias de re-encontrarnos con nuestro medio ambiente a través de su descubrimiento.

Podríamos decir que la interpretación de la Naturaleza es una forma de Educación Ambiental optativa (no formal) ligada al disfrute del medio ambiente en nuestro tiempo de ocio. Consiste en hacer que las cosas que nos revelan las Ciencias Ambientales sobre un determinado espacio o elemento natural (in situ) cobren vida para la gente mediante la traducción del idioma de la Tierra al lenguaje común. Interpretar no consiste en un mero ofrecimiento de información sobre un espacio natural o sobre un componente del mismo, sino en tocar la fibra sensible de las personas con las historias y los significados que nos revela la Ciencia sobre estos, suscitando su curiosidad y abriendo sus mentes, haciéndolas partícipes del recurso que se está descubriendo mediante una conexión emocional e intelectual con el mismo. Interpretar la Naturaleza es hacer un llamamiento a la mente, al corazón y al alma de las personas, es ayudar a enamorar, aceptando que la gente solo puede querer lo que conoce y que solo se preocupará por conservar y proteger aquello que quiere. La interpretación de la Naturaleza es realizada por los llamados intérpretes, que con “sus historias” tratan de despertar intereses sobre lo que se oculta detrás de los elementos o hechos que se interpretan. El intérprete es un profesional interdisciplinario que debe reunir muchas habilidades: debe conocer muy bien el recurso objeto de interpretación, ser capaz de analizar el perfil del público destinatario y de adaptar a este la actividad y los materiales interpretativos y, además, debe saber comunicar efectivamente su mensaje.

 

Por su parte, la divulgación científica también podría considerarse como una forma de Educación Ambiental no formal o informal –dependiendo de diversos aspectos metodológicos–, en este caso definida por el conjunto de iniciativas que acercan las Ciencias Ambientales a la sociedad, es decir, que hacen accesible la cultura, el pensamiento y los conocimientos científicos y técnicos al público general mediante el uso de estrategias comunicativas adecuadas y un lenguaje legible, comprensible y significativo para destinatarios no especializados. Esta disciplina no solo contribuye a la conservación de nuestro patrimonio natural, sino que además promueve el entendimiento de la Ciencia y su importancia por parte de la sociedad, facilitando que sea mejor valorada, más diversa e inclusiva; así como el uso de los avances científicos por parte de las personas y los profesionales –científicos, técnicos, inversores, gestores, políticos, etc.– en la toma de decisiones. La divulgación científica es realizada por los propios científicos –al menos por aquellos que se molestan en hacerla– y por los llamados divulgadores, profesionales con conocimientos elementales en áreas diversas de la Ciencia (al igual que los intérpretes, tienen un perfil interdisciplinario) que son capaces de transmitirlos a públicos diversos a través de diferentes medios y formatos (actividades y talleres, charlas, prensa escrita, televisión, radio, etc.).

 

Las conexiones existentes entre interpretación de la Naturaleza y divulgación científica son más que evidentes, hasta el punto de que en algunos casos –en función de ciertos aspectos metodológicos y de las estrategias de comunicación empleadas– ambas herramientas de la Educación Ambiental, así como los intérpretes y los divulgadores, solo parecen diferenciarse por unos pocos matices conceptuales. En cualquier caso, está claro que la divulgación incluye la interpretación y que la interpretación no deja de formar parte de un proceso de divulgación, por lo que la interpretación de la Naturaleza y la divulgación científica deben considerarse artes complementarios capaces de integrarse mediante diversas estrategias específicas. En Azeral Environmental Sciences contamos con algunos buenos ejemplos de ello, como “Terra Mobilis” y “Descubre los secretos de la berrea”, dos iniciativas y experiencias destinadas a enriquecer la mente y el espíritu de la sociedad mediante el descubrimiento de nuestra riqueza natural, y cuya base se fundamenta en la integración de los principios de la interpretación de la Naturaleza y la divulgación científica. Un enriquecimiento que quizá sirva para añadir un granito de arena sobre la necesaria concienciación y sensibilización de la que depende la conservación de nuestro patrimonio.

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