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Elaphus, el señor del bosque de “Descubre los secretos de la berrea”

Educación e interpretación
<i>Elaphus</i>, el señor del bosque de <i>“Descubre los secretos de la berrea”</i>

Vive la berrea del ciervo ibérico a través de la historia de Elaphus, el señor del bosque de “Descubre los secretos de la berrea


Atardece en una cálida tarde de principios del otoño en la Serranía de Cuenca. Entre finales de septiembre y primeros de octubre, los colores ocres y rojizos empiezan a vestir el paisaje vegetal. Atrás han quedado dos semanas de lluvias intermitentes que han verdeado los prados y resucitado los arroyos después de la sequía estival. El acre aroma de la hojarasca humedecida inunda el aire con sutileza. Como cada día, las hembras del ciervo ibérico (Cervus elaphus) abandonan sus encames en la intimidad del bosque, y poco a poco van ocupando las zonas de alimentación en el fondo del gran valle, donde ya disponen de ricos y nutritivos brotes de hierba fresca.

El valle encantado de "Descubre los secretos de la berrea", un auténtico punto caliente de berrea en la Serranía de Cuenca.

 

El sol empieza a caer sobre el horizonte, y la inquietud se hace notoria sobre la tranquilidad imperante de la foresta. Desde lo más profundo del bosque se siente el repentino quebrado de ramas secas, el brusco crujir de arbustos y el tronchado de pequeños pinos, avanzando impetuosos hacia el valle, desde todas las direcciones, atraídos por una fuerza tentadora e ineludible. De pronto, un potente bramido estalla en la hondonada que da acceso al valle, de tal potencia que se siente por las muelas y parameras cercanas. Elaphus, un gran macho de ciervo ibérico, ha sentido la llegada del celo, la necesidad de perpetuar sus genes. La berrea ha comenzado en la Serranía de Cuenca.

Elaphus, un gran macho de ciervo ibérico, hace su entrada en el gran valle.

 

Tremendamente excitado, Elaphus emite sus potentes bramidos de forma incesante, mientras se aproxima a los grupos de hembras. Las atosiga incansable, agrupándolas, pretendiendo su atención y exclusividad. Sus quejumbrosos bramidos, su almizclado perfume y su enorme cornamenta son sus armas de seducción. Su majestuosa elegancia indica que es uno de los señores del bosque.

Elaphus orina en un montón de tierra, donde se tumba para impregnar su cuerpo con el perfume del celo, una de las armas de seducción con las que pretenderá conseguir la receptividad de las hembras.

 

Necesita aparearse con cuantas hembras pueda, pues la perpetuación de la especie a través de sus valiosos genes depende de ello. Pero no será una tarea fácil. Con sus bramidos, Elaphus ha despertado el instinto dormido del celo del ciervo, y ha iniciado un coro que se prolongará intermitente cada noche, desde el alba hasta el amanecer, durante unas 3 semanas. Sabe que debe berrear más y mejor que los demás machos si quiere la aprobación y consentimiento de las hembras del valle para la reproducción, y si pretende que ello no le cueste meterse en demasiadas peleas. También sabe que su poderosa cornamenta juega un papel crucial en ambos sentidos, y que durante todo el año ha hecho un buen trabajo para desarrollar las cuernas más robustas y complejas que su genética le ha permitido.

Elaphus se aproxima a un grupo de hembras, a las que seducirá con sus bramidos, su perfume y la exhibición de su poderosa cornamenta.

 

Son muchos los machos que acuden al gran valle, al igual que Elaphus, con la pretensión de ganarse un lugar entre los señores del bosque. Han pasado todo el año en la profundidad de bosques y barrancos, alimentándose, con el principal objetivo de producir una enorme cornamenta que corone sus testas, y les dé opciones (quizá más que el año anterior) de legar sus genes a la próxima generación. Y este es el momento de la verdad… Elaphus tiene el control de una buena parte del gran valle, y defenderá su derecho a aparearse con las hembras que allí se reúnen con todas sus fuerzas. Algunos machos más jóvenes se aproximan valientes a las hembras, empujados por su recién descubierta fogosidad. Pero una simple demostración de fuerza del señor del bosque, que exhibe su hermosa cornamenta, de grosor y longitud considerables, y su poderosa corpulencia, es suficiente para que los jóvenes aspirantes desistan de su empeño. Algunos viejos machos, que han escapado a la suerte de las balas en el transcurrir de los años, se dejan ver por el valle, cansados ya tras muchas berreas victoriosas. Su momento ya ha pasado, pues saben que no tienen opciones ante ciervos más jóvenes y fuertes, con grandes cuernas, que les han sucedido en el privilegio de la reproducción.

Dos imponentes machos de ciervo ibérico con fuerzas igualadas berrean incesantemente, tratando de demostrar a las hembras del valle cuál de los dos es el mejor candidato para la reproducción.

 

Las noches de berrea marchan bien para Elaphus. Se siente fuerte a pesar de que no ha comido nada en varios días, pues aparearse es lo único que le importa, y se mantiene firme en sus funciones vitales. No ha parado de seducir a los grupos de hembras, y su simiente está asegurada en el bosque al menos para una generación más. El atardecer se echa de nuevo sobre el cielo serrano, y una sombra desconocida se deja caer con fuerza por la solana que bordea el gran valle. Otro gran macho anuncia su llegada a la zona con sus bramidos, y atraído por las secreciones de las hembras que acompañan a Elaphus, se aproxima decidido a sus dominios. Ambos machos se miden desde la distancia. En un abrir y cerrar de ojos, han comprobado que sus fuerzas están igualadas, por lo que deben luchar por el trono de la berrea en el gran valle.

Las exhibiciones de fuerza no han sido suficientes para evitar el conflicto, y estos machos de ciervo ibérico deben luchar por el derecho a aparearse con los grupos de hembras, entrechocando sus cornamentas y empujándose con bravura e intensidad.

 

Tras varios minutos flojean tímidamente y se separan, pero vuelven a la carga a los pocos segundos. Ambos están exhaustos, pero el esfuerzo merece la pena, pues es la perpetuación de la sangre y el futuro de su especie lo que está en juego. El nuevo macho del valle muestra una valiosa soberbia y frescura, mientras que Elaphus nota el peso de lo que son ya muchos días en el trono. De pronto, una fuerte sacudida de los colosos (un macho adulto de ciervo ibérico puede pesar más de 200 kg) provoca el tropiezo de Elaphus, que pierde el pie y se derrumba abandonando la pelea entre la polvareda levantada. El inmediato acoso del aspirante, que se tira sobre él y le persigue, obliga a Elaphus a retirarse con rapidez al bosque. Ha sido despojado de su trono, derrotado en lo que sin duda ha sido un mítico combate de berrea en el gran valle.

El macho vencedor celebra su victoria sobre Elaphus con un soberbio berrido que resuena en todo el valle.

 

A sus seis años de vida, Elaphus ha sido destronado. Parece que fuera ayer cuando siendo un cervatillo se agazapaba entre la maleza del bosque a escasos metros de la protección de su madre. Parece increíble que hace tan solo 4 años fuera un jovencito más, con muchas ganas pero con escasas opciones de victoria en un combate ante otros machos. Ahora ha sufrido su primera gran derrota en berrea, pero sigue siendo uno de los señores del bosque, y aún tendrá opciones de aparearse durante algún año más.

Elaphus, cuando a sus pocas semanas de vida era un pequeño gabato que dependía de la protección de su madre, y que se valía de su pelaje moteado para pasar desapercibido en el claro-oscuro del bosque.

 

Completamente agotado, Elaphus ha perdido un tercio de su peso durante la berrea. Casi no ha comido desde que comenzó el celo, y ahora volverá a su vida misteriosa en la profundidad de los bosques serranos, quizá en compañía de algún ciervo joven que pretenda aprender de su sabiduría y experiencia. Su único cometido será alimentarse y mantenerse sano para poder desarrollar, durante un año más, una hermosa cornamenta que le permita afrontar con opciones de éxito la próxima época de celo. Ya vuelve la calma por fin, los instintos se adormecen de nuevo, y el bosque recupera su silencio.

Los atardeceres mágicos de la Serranía de Cuenca recuperan su calma tras la época de celo de los señores del bosque.

 

Historias como la de Elaphus se repiten día tras día durante la berrea en la Serranía de Cuenca, y la actividad de interpretación de la Naturaleza y divulgación científica "Descubre los secretos de la berrea", que desarrollamos de la mano de Ecoturismo Cuenca, somos testigos privilegiados de muchas de ellas. ¿Te lo vas a perder?

 

Contacta con Ecoturismo Cuenca y súmate a la magia de vivir la berrea del ciervo y la ronca del gamo (Dama dama) en un enclave único ubicado en el corazón del Parque Natural de la Serranía de Cuenca.

¡Nos vemos en nuestro valle encantado!


 

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